Entrevista con la Diosa Dragón - Parte 4: La Traición

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- Los humanos trataban a todas las demás criaturas como objetos de su propiedad: los usaban como mercancía, los modificaban de acuerdo a sus necesidades, controlaban su población, y los usaban para realizar su trabajo y satisfacer sus necesidades y caprichos. Nuestro propósito era inspirar y liderar a todos por medio de nuestro ejemplo, pero ese ejemplo puesto por Amaxis no era el que debíamos dar. Tantas plegarias solicitando mi ayuda para detener el abuso, depositaban tantas esperanzas en mí. Nadie más podía ayudarlos, y era mi deber hacer del mundo un lugar mejor y más prospero. No podía ignorarlos, sentía que hacerlo estaba mal.

Eso me dejó sin palabras, me sentí culpable. Hay tanta crueldad, y la esclavitud es considerada normal en nuestra sociedad y creencias. Nos parece bien que los seres vivos distintos de los humanos nazcan en cautiverio y sean usados para un propósito definido sin importarnos sus sentimientos ni darles elección alguna.

- Busqué mortales dispuestos a convertirse en mis recipientes, mis Avatares, y actué a través de ellos desde las sombras por años. Trabajé duro en hacer que los humanos sintieran empatía por criaturas distintas de ellos mismos. Así es como conocí a un hombre muy peculiar. - Sus ojos brillaron. Quien quiera que fuera ese hombre, evocaba en ella sentimientos positivos de una manera que no había visto a lo largo de toda la entrevista. - Era muy especial, muy diferente que cualquiera que haya conocido hasta entonces. No sólo era sabio, inteligente y fuerte, sino también compasivo y dispuesto a ayudarme en mi causa. Le di un hijo con mi cuerpo real, y tres con uno de mis Avatares, que se convirtió en su esposa. Esos cuatro hijos descansan en ataudes actualmente.

- No puedo imaginar el dolor de una madre que ha perdido a sus hijos, mis condolencias por su pérdida. - Dije, tratando de expresar empatía por ella. Se quedó en silencio, forzando una sonrisa mientras sus ojos se humedecían. Después rompió el silencio. - Envié a nuestro primogénito a liberar a los esclavos mientras yo trabajaba en liberar a los otros Dioses. Muchos mortales fueron liberados y formaron una nación propia, con mi hijo como gobernante. Pero entonces, lo traicionaron. Lo que el mundo tenía como más sagrado y poderoso se ha desangrado bajo los cuchillos de ustedes, mortal. ¿Quién borrará de ustedes esa sangre? ¿Qué agua podrá purificarlos? 

Sus ojos, llenos de ira, estaban dirigidos hacia mí. - Le di a los mortales aquello que yo más amaba, al igual que lo que me pedían, y de esa forma me pagaron. Los mortales no quieren ser liberados, asesinaron a quien les dio la libertad. Nadie quiere mi ayuda, nadie me necesita realmente. Esa es la razón por la que me autoexilié. Escuché sus plegarias hipócritas durante días después de eso, hasta que me cansé y decidí bloquearlos de mi mente, luego traté de suicidarme con la Espada Matadioses... y fallé... Ya se deben haber olvidado de mí después de tanto tiempo.

- He escuchado a muchos de ellos rezarle a alguien a quien llaman Defensora de la Libertad. - Le respondí. Al escuchar ese título, su expresión se ablandó. - Siguen pidiendo perdón y quieren que esa deidad regrese. - Al escuchar eso soltó una carcajada. - ¡Debe tratarse de una broma! Ese era uno de mis títulos, ¿por qué seguirían rezándome a mí? No les he respondido en más de mil años, y no apreciaron mi ayuda en aquel entonces, ¿por qué querrían que regresara? ¡Me encantaría escucharlo!

Sus ojos se perdieron como si estuviera pensando, o quizás escuchando algo que yo no era capaz de escuchar. Dejó de reir, su estado de ánimo cambiando completamente, parecía conmovida, con lágrimas escapando de sus ojos de nuevo. Siguió escuchando por un rato, luego se secó las lágrimas con un pañuelo y rompió el silencio. - Suponiendo que de verdad quieren que regrese, ¿por qué valdría la pena ayudarlos? Se la pasan pidiendo cosas que podrían hacer ellos mismos, no veo por qué me buscan, todo lo que necesitan es confiar en sí mismos y podrán lograrlo.

- Quizás tengamos el poder de lograr grandes cosas, - le respondí - pero a veces es difícil creer en nosotros mismos, necesitamos saber que alguien más cree en nosotros y está ahí para apoyarnos. Quizás esa es toda la ayuda que usted necesita brindar.

Draxenath se quedó callada y pensativa como si estuviera escuchando de nuevo. Después de varios minutos me miró y me dijo - Si no te importa, quisiera preguntarte acerca del status quo actual del mundo y los eventos más recientes. - Se veía rejuvenecida y motivada como si hubiera salido de una larga depresión. Ahora era ella quien me entrevistaba a mí.

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