Entrevista con la Diosa Dragón - Parte 3: El Conflicto

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- Entonces, ¿los humanos básicamente son el resultado de un castigo divino sobre dos Dioses Dragones? - Estaba abrumado ante tal revelación. - ¿Qué sucedió después?

La Diosa asumió una postura más cómoda, al tiempo que un cojín se formó del suelo debajo de ella. - El Creador pensó que el castigo de Amaxis aplacaría a los otros Dioses, pero las cosas resultaron muy diferentes de lo que esperaba, como es usual. Empezaron a meterse con Amaxis ahora que era débil. La pobre Humenalia sufrió tanto al ver cómo abusaban de él y estar impotente ante dicha situación. Eso continuó por unos días, hasta que Amaxis les pagó con la misma moneda. Era más listo y astuto que todos ellos, y le dio un giro a la situación de nuevo. Había ideado herramientas, instrumentos, armaduras, armamento y máquinas para cerrar la brecha.

- Se desató abiertamente el conflicto entre ellos. El Creador tenía la esperanza de que se cansarían de pelear, pero eso nunca sucedió. En lugar de ello, se volvieron unos contra otros, tratando de decidir quién reinaría de manera suprema sobre los demás. Entonces El Creador se sintió obligado a tomar una decisión muy difícil: Matar a los Dioses participantes en el conflicto. Era muy doloroso para él, pues los amaba a todos, y uno de ellos era su favorito. - Desenvainó el sable y lo contempló mientras continuaba hablando. - Creó una Espada Matadioses, un arma con un poder horrible que provoca que el cuerpo de un Dios se marchite y se pudra, paulatinamente llevándolo a su muerte. Cuando estaba lista, titubeó en usarla él mismo, así que le encomendó la tarea a Samsara, la Supradiosa de la Vida y la Muerte.

- ¿Una Supradiosa? ¿Existe alguna especie de jerarquía? ¿Y es esa la Espada Matadioses de la que habla? - Pregunté emocionado. Draxenath asintió. - Samsara es la deidad justo debajo del Creador en jerarquía, y debajo de ella estamos todos los demás Dioses. Viridiana es Diosa de las Plantas, Fungar es Dios de los Hongos, yo soy Diosa de los Dragones, Amaxis y Humenalia son Dioses de los Homínidos, Gigaeth y Potenki son Dioses de los Gigantes, Mammi y Agrios son Dioses de las bestias, Marina e Ipomos son Dioses de los Animales Marinos, Arthropia y Filopos son Dioses de los Artrópodos. Efectivamente, ésta es la Espada Matadioses, Samsara la blandió y estaba decidida a matar a los Dioses involucrados en el conflicto. Pero ellos se defendieron, uniéndose contra ella. La batalla continuó hasta que Samsara quedó convencida de que no estaba progresando en la tarea encomendada.

El aura del sable fue contenida de vuelta en el interior de la vaina al momento que se envainó de nuevo. Draxenath se veía triste. - Me rompió el corazón saber que El Creador tomó ese rumbo para acabar con el conflicto, pero fue aterrador cuando Samsara se rindió y abandonó la Espada Matadioses. La dejó para que cualquiera la tomara y le diera uso. Su intención era que todos pelearan por la espada y se mataran entre sí. Aunque no nos lleváramos muy bien, símplemente no podía dejar que eso pasara. Siendo la más fuerte entre todos los Dioses, tomé la espada para mí. No era parte del conflicto, pero ahora estaba ahí, blandiendo la espada para evitar la masacre.

Se quedó callada y absorta por un momento. - Después de un tiempo, dejaron de pelear conmigo por la posesión de la espada y regresaron a su pleito entre ellos. Apelé ante El Creador por lo que hizo, y decidió no volver a interferir, dejándonos resolver nuestros problemas nosotros mismos. La pelea continuó durante eones, no solamente entre los Dioses sino también entre los mortales, "Como es arriba es abajo", se dice. De uno en uno los Dioses cayeron ante el poder de Amaxis y fueron aprisionados, al mismo tiempo que los humanos conquistaban y esclavizaban a sus seguidores correspondientes.

- Cuando solamente quedábamos Amaxis y yo, empecé a escucharlas cada vez con mayor frecuencia con cada día que pasaba... plegarias y súplicas para que los liderara en la pelea por la libertad... plegarias tanto de Dioses como de mortales por igual... había sido un observador pasivo por mucho tiempo, pero ya era el momento de luchar pues no había nadie más lo suficiente fuerte para hacerlo.

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